Abita es una entidad que busca salvar a quienes acudan a él de cualquier mal que se les haya impuesto. Es un santo violento, representando toda la maldad y la negatividad del mundo.
Quédate con nosotros para conocer todo lo que necesitas para evitar la ira de este santo vengativo y pedir su favor.
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Abita: Quién es
Abita es una de las entidades consideradas Orisha menores. Se conoce como representante de la existencia de la maldad, siendo una fuerza con poder muy negativo en la mitología yoruba.
Ejerce la venganza como forma de escapar de la maldad. Aun así, la religión yoruba lo coloca como uno de los pocos santos cuya energía es negativa, usado con frecuencia para hacer daño o llevar a cabo venganzas a nombre de quienes le rezan.
No obstante, sigue siendo una deidad bastante menor dentro de la religión yoruba. Dentro de la misma, pertenece a un grupo venerado en distintos países, conocido como la “Regla de Osha Ifá” o santería.
Abita suele ser invocado en regiones que van desde Cuba y Estados Unidos, pasando por Panamá, Brasil e incluso Venezuela, sin mencionar a diversos países caribeños.
Esta entidad es exclusiva del grupo de los babalawos. Por lo tanto (y contrario a otros grupos dentro de la religión de Ifá), no puede ser entregada a ninguna persona.
Los más devotos al culto de Abita lo reciben con la convicción de que les ayudará a la hora de hacer maldad o colocar un maleficio.
La deidad se encarga de materializar dichos deseos, mientras que en muchos casos quienes se acercan a ella lo hacen para entender el nivel hasta el que pueden dominar su propia maldad y transformarla para realizar buenas acciones.
Es también conocido bajo el nombre de Esú. Así se le identifica como el mensajero dentro del culto a la madre ancestral Iyaami. En este sentido, se sabe que tienen un gran poder destructivo, recurriendo a métodos malvados para contrarrestar maleficios, a fin de terminarlos de forma fulminante, otorgando la muerte a los involucrados.
Tratado de Abita
El tratado de Abita donde come con Olofín es bastante conocido entre quienes veneran a esta deidad.
El relato cuenta que, en la tierra, Abita vivía, haciéndose pasar por un gran personaje. Debido a esto, todo el mundo mostraba inmenso aprecio y respeto hacia la entidad, quien además se ganó su consideración al dirigirse cada día a donde Olofín se encontraba, en la otra cabecera.
Siendo Elegba el cocinero de Olofín, y a quien correspondía colocar la mesa, con frecuencia hacía notar su disgusto hacia Abita, sirviendo la comida de mala manera y con prisa. Así, Olofín lo observaban diciéndole “Kuele Kuele”. En cada ocasión le preguntaba a la entidad por qué dejaba que Abita se sentara de frente a él sobre la mesa.
Fue entonces cuando Elegba comenzó a pensar en tomar alguna maldad en contra de Abita, al ver como Olofín siempre lo requería. Un día, mientras salía a la calle a las doce del día, se encontró con una abalakana.
La tomó, encendió una llama en ella y llamó a Abita, cantando y llamando a Eggun. Se dedicó a realizar la misma ceremonia repetidas veces, pero Abita se escondía y evitaba salir a la calle en esos momentos.
Un día Elegba tomó en sus manos un eñi adie, que comenzó a tocar con el agogo. Abita seguía sin salir, asustado de la entidad. Al comenzar a ver la sombra, salió a la calle a pesar de escuchar a Elegba cantando “Eggun Agualodeo Bayekun Orun Abaniye Logua Eggun Abita Mogua Nile Ocuoro”.
Los Eggun confundieron a Abita, quien en seguida tomó abalakana ina y la eyele dun dun y empezó a danzar hasta que finalmente la ingirió.
Elegba, que vio a los Eggun y a Abita asustados, tiró agua para limpiarse con la osiadie que sostenía. Al mismo tiempo comenzó a cantar “Eggun Baleku Lode Eggun, Bolo Un Lode Un Lolenlo Ayebi Lorun Awa Lole Awa Lole Abiyeru Kun Olorun Eggun Abeye Ni Ku Oorun Agua Lode”.
Al retirarse los Eggun y calmarse Abita, Elegba volvió al Ile de Olofín. La entidad le confesó que había presenciado todo, pero que pensaba perdonarlo porque él también se había asustado.
De esta manera Olofín le dijo que sabía que deseaba saber por qué colocaba a Abita en la cabecera de su mesa, pero que no iba a contestarle.
Abita continuó comiendo en compañía de Olofín, mientras Elegba le servía contento en apariencia, a pesar de que no era así.
Por ello Abita regresaba en distintas formas, a manera que Elegba no lo reconociera. Aún así no tenía pruebas para acusar a quien deseaba hacerle el mal.
En una ocasión Elegba olvidó hacer la ceremonia, y cuando se encontró con Abita en su lugar usual, no soportó ni un segundo más. De inmediato le dijo a Olofín que necesitaba que le dijera la verdad, el por qué dejaba que el invitado se sentara frente a él.
Olofín le contestó “Este ser que ves frente a ti representa todo lo malo del mundo. Para que exista el mundo, debe existir tanto lo bueno como lo malo.
Tú has cometido una falta frente a Abita, así que a partir de ahora tendrás que tomarla.
Quisiste desconcertar a Abita con Eggun. Por lo tanto, harás tu voluntad. Confecciona a quienes vivan en la tierra según lo bueno y lo malo, compartiendo con Abita.
Ahora seré yo quien te sirva la comida, de forma que tú harás mi voluntad. Sin poderlo evitar te ha dado mi secreto.”
Encendiendo una itana terminó de decretar “Esta itana es la vida de todos mis hijos en la tierra.
Durante el tiempo que dure esta itana durará la vida de mis hijos.”
Obras
En Brasil, Abita es conocida más como la entidad maléfica llamada Ossaín. Debido a esto, es frecuente que se asocie con peticiones u obras que busquen causar daño.
No obstante, muchas veces quienes invocan su ayuda son aquellos que han sido dañados en el pasado y que desean devolver el mal que les fue enviado.
En más de una ocasión su culto principal (la santería) lo relaciona con el Diablo mencionado en la Biblia. Si bien se ha creado una similitud entre su sed de venganza y énfasis en causar daño, la verdad es que, al contrario del Diablo católico, esta entidad atiende las peticiones de aquellos que fueron heridos en el pasado.
Un gran ejemplo de su obra en que se pueden identificar sus principales características es un pataki particular. Este señala el origen de esta entidad llamada Abita.
El pataki de Abita cuenta como Shangó tuvo un hijo en esta tierra. Dicho hijo fue maltratado por la maldad que lo rodeaba en donde habitaba, sin conseguir la paz y llorando todo el tiempo.
Un día, estando cubierto en lágrimas, hambriento, desnudo y golpeado, llamó a Olofín en la orilla de un río cercano. Como consecuencia, las lágrimas que cubrían su cuerpo se volvieron espinas de inmediato.
Con el cuerpo lleno de espinas, logró esconderse en las cercanías del río. Así consiguió protegerse de sus enemigos, quienes no podían hacerle más daño, y sobrevivir. Debido a su apariencia, cuando alguien lo amenazaba, él comenzaba hincharse, haciéndoles huir con temor, y manteniéndolos alejados.
Mientras más lágrimas lloraba, más se llenaba su cuerpo de espinas. Cuando Shangó finalmente apareció para revisar el estado de su hijo, se conmovió del sufrimiento por el que estaba pasando.
Así fue como dio un grito inmenso, dio una vuelta de carnero y se volvió Abita. En ese momento, dijo en tono alto y firme: “Yo soy Abita. Yo soy Shangó. Y yo soy Orunmila. Te voy a dar el poder para conseguir vencer a tus enemigos. Te voy a dar el poder para que se alivien tus penas y tus dolores”.
Con estas palabras tomó a su hijo de la mano y lo condujo al árbol más cercano, llevándolo con los hombres que lo atacaban y temían. De esta forma le rezó una oración, dándole su gran poder.
Junto con su bendición le entregó un anillo de oro que tenía una piedra negra y dijo estas palabras: “Siempre que me necesites, acércate al pie del árbol con este anillo. Grita lo que te he enseñado. De inmediato vendré a ayudarte. De inmediato vendré a defenderte”.
¿Cómo Pedirle?
Así como otros santos de la religión yoruba, Abita es un ente venerado y adorado a partes iguales con sus santos comparativos, como Esú.
Como ya se explicó, se personifica con una imagen bastante similar al Diablo de la religión católica, a pesar de que este no tenga equivalente directo dentro de la religión yoruba.
Para pedirle a Abita será necesario que se presenten collares, rezos y cantos que sirvan para solicitar sus servicios.
Estas ofrendas siempre van orientadas a una venganza hacia alguien en particular o un tipo de maldad específica, en donde diversos individuos se hayan comportado cruelmente con su usuario.
Ceremonias y Caminos de Abita
Las ceremonias y caminos de Abita se componen de ofrendas, las cuales deben mantenerse en el altar durante tres días.
Cuando concluya este plazo deben dejarse en el monte por otros tres días. Y finalmente, cuando empiece su descomposición, será necesario que se retiren del lugar y se boten, de manera que no sean ingeridas.
Los alimentos que deben colocarse en las ceremonias de Abita incluyen ñame, mazorca de maíz cocida llena de manteca de corojo, caramelos, pesaditos fritos y otros dulces.
Además de los alimentos, las ofrendan también pueden contener cigarrillos, habanos y tabacos. Estos deben encenderse, dársele una sola bocanada y ponerlos en un pequeño plato para que el santo lo disfrute por su cuenta
Antes de colocar las ofrendas tendrá que escoger un árbol frondoso. La ceremonia para Abita se deberá establecer a los pies de este árbol y continuar en los alrededores.
Para saber más al respecto puedes consultar este enlace.
Abita es un ente violento y vengativo. Ha sido relacionado incluso con el mismísimo Diablo católico debido a su carácter vengativo y fácil de provocar. Así que si deseas obtener su favor ¡vuelve a leer este artículo que te enseña todo sobre él!
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